LOS ERRANTES
Recorridos lectores
¿Leer un libro de una autora es
suficiente para afirmar que te gusta esa autora?
En un mundo sobresaturado de información, ¿cómo elegimos un libro?
¿Cómo sabemos o distinguimos la literatura de otros discursos sociales? ¿Es
suficiente que una cierta cantidad de páginas estén encuadernados en un formato
14x21 para decir “esto es un libro"?
No. Sabemos que no. Pero es el primer paso.
Una vez elegido el libro, ¿qué experiencia vivimos con la lectura? Todo
comienza por la vista. Vemos ese objeto que nos acompañará los próximos días o
semanas. Lo sentimos, tocamos la tapa, las hojas. Lo olemos. Nos gusta el olor
de libro nuevo. Nos gusta también el olor de libro viejo.
Dicen que los libros no muerden. ¡Mentira! Hay algunos que no sólo muerden:
te devoran. No podés salir de ellos. Es como cuando entrás a EL BAR DEL
INFIERNO, de Alejandro Dolina. Una vez adentro, no hay cómo escapar. Te
atrapan. Te hacen parte suya. O vos te convertís en parte suya.
Ahí estás. Con ese libro devorándote. Te llena de imágenes sensoriales,
de recuerdos. Esas palabras que tu mirada recorre y tu cerebro procesa con esa
voz que vas asignándole a cada personaje. Una diferente para cada uno. Son esas
voces en tu cabeza que te hacen sonreír, soñar, llorar, conmoverte. Te mueven a esos lugares. A esas emociones
que el autor quiso que sientas. ¿Así habrá imaginado Olga Tokarczuk que me
sentiría leyendo su novela LOS ERRANTES?
Leo en voz alta alguno de los fragmentos más breves. Quisiera que en todos
los que están escuchando se despierte el deseo de perderse en este libro único,
libre, diverso, fragmentario. ¿Novela? ¿Relatos de experiencias? ¿Crónica? Es
un buen libro. Y, como sostiene la misma Olga Tokarczuk “un buen libro no
necesita defender su afiliación genérica”.
¿Por qué leer LOS ERRANTES, de Olga Tokarczuk hoy?
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Porque Olga Tokarczuk es una
escritora multipremiada y aun así es una persona común
·
A Olga Tokarczuk le dieron el
Premio Nobel de Literatura 2018 “en reconocimiento a la imaginación
narrativa que con pasión enciclopédica representa el cruce de
fronteras como una forma de vida".
·
Por su militancia en la izquierda
ecologista
·
Por su mirada femenina
·
Por el manejo del lenguaje y de
recursos literarios que trascienden lo literario, como la inclusión de fórmulas
matemáticas, mapas, etc.
·
Por representar a la denominada
nueva literatura
·
Porque el ser humano es un
errante, alguien en continuo movimiento, en viaje, en tránsito
·
Muchos textos son microrrelatos,
es decir, se pueden leer de manera independiente y autónoma
¿Quién es Olga Tokarczuk?

Fotografía de Jacek Kolodziejski

Es una polaca nacida en 1962.
·
Estudió Psicología
·
Su padre era bibliotecario y desde
pequeña se manifestó apasionada lectora
·
Sigue siendo muy lectora
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Es ecologista
·
Disfruta y padece viajar
·
Es observadora
·
Es empática
·
Escribe para entender y contar la
historia del día a día
Sólo la literatura es capaz de permitirnos profundizar en la vida de
otro ser, comprender sus razones, compartir sus emociones y experimentar su
destino.
OLGA TOKARCZUK
Experiencia personal

Un texto se engarza a otro como una pieza de joyería. Un texto llama a
otro y te sumerge en una cierta inquietud e incertidumbre. ¿Qué sucede con este
u otro personaje? ¿Cómo se vinculan entre sí? Hago conjeturas y anticipaciones.
Leo el discurso de premiación y alguna entrevista que le hicieron. Me
gusta cómo escribe y lo que dice en las entrevistas. Es clara, sagaz,
inteligente, simple. No está en pose ni escribe para que el lector lee sobre lo
bien que escribe, sino que de deja atravesar por la belleza de lo cotidiano,
por lo siniestro de la soledad, por la ternura de lo inevitable.
Quiero ir ya mismo a buscar y leer sus otros libros. Olga Tokarczuk es
una escritora de culto. Debo confesar que mi primera reacción fue negativa
cuando me enteré de que el Nobel de Literatura no le era otorgado a mi admirada
Joyce Carol Oates. Pero la Tokarczuk resiste.
Una muestra
AQUÍ ESTOY
Tengo pocos
años. Estoy sentada en el alféizar, a mi alrededor hay juguetes esparcidos por
el suelo, torres de cubos derrumbadas, muñecas de ojos saltones. La casa está a
oscuras, en las estancias el aire, poco a poco, se enfría, se debilita. No hay
nadie; se han marchado, han desaparecido, cada vez más tenues se pueden oír
todavía sus voces, su arrastrar de pies, el eco de sus pasos y alguna risa
lejana. Al otro lado de la ventana el patio aparece desierto. La oscuridad se
desliza suavemente desde el cielo. Se posa sobre todas las cosas como un negro
rocío.
Lo más molesto es
la quietud: espesa, visible; el frío crepúsculo y la luz mortecina de las
lámparas de vapor de sodio que se sumerge en la penumbra apenas a un metro de
su fuente.
No ocurre nada, el
avance de la oscuridad se detiene ante la puerta de casa, el vocerío del eclipse
se desvanece. Se forma una espesa tela, como la de la leche al enfriarse. Los
contornos de las casas, con el cielo como telón de fondo, se alargan hasta el
infinito, perdiendo sus ángulos agudos, bordes y aristas. La luz que se apaga
se lleva el aire: no hay nada que respirar. La oscuridad penetra en la piel.
Los sonidos se han enroscado y han echado para atrás sus ojos de caracol; la
orquesta del mundo se ha ido alejando hasta desaparecer en el parque.

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