Lecturas de verano

Algunas preguntas que me hago 

Me han invitado de una radio para hablar sobre lecturas de verano. ¿Existe un tipo de personas que sólo lee en verano? ¿Cuando llega el 20 de marzo dejan de leer para retomar la lectura el 21 de diciembre? ¿se tapan los ojos cuando pasan cerca de una librería, para no tentarse? ¿Qué sucede si es 20 de marzo a la tarde y no terminaron de leer el libro que tenían en sus manos? ¿Lo dejan inconcluso hasta el próximo verano? ¿Se crean un hábito que luego desaparece como va desapareciendo el bronceado o es sólo un espejismo veraniego, como los paseos por la playa o la montaña? ¿Se olvida, pero se añora, como el desayuno continental en un hotel de lujo? O las camas tendidas, o el servicio a la habitación. O cualquier lujo que una se permite cuando está distendida. ¿Esas personas regresan a la rutina de pantallas y oficinas como si fueran robots? ¿La lectura no les deja secuela? ¿Pueden salir inmunes de ella? ¿Esas personas son las mismas que te preguntan cuántos libros leés por semana o por mes? ¿Son las mismas que se jactan de ser lectoras en las reuniones de amigas? Me pasa con las preguntas lo mismo que con las lecturas. Una conduce a otra y a otra y a una más. Hasta el infinito.

Leer y recomendar

Es una pregunta recurrente y se enuncia de diversas maneras la de qué libro me recomendás. Hace unos meses, un hombre se paró a mi lado en la librería y espió con indisimuladamente la pila de libros que me estaba por llevar. En una época, los llevaba a todos, pero ahora, tengo que preguntar primero los precios, porque están muy caros los libros y no hay presupuesto que alcance para comprar todos los que quiero. El hombre compró los que descarté. Y anotó en su agenda los que estaba comprando. Le pregunté qué hacía. Me sentí un poco como la protagonista de la primera temporada de la serie YOU. Espiada. Vulnerada. Perseguida. No volví a ver a ese hombre y espero que haya disfrutado de sus lecturas. Es muy difícil acertar con una recomendación porque, aunque siempre creemos los lectores que hay libros que nunca fallan, que les gustan a todos… no es así. No fallan para algunos. Pero siempre hay una multiplicidad de factores que determinan si ese objeto hecho de hojas, de palabras, se convertirá en un libro cuando encuentre al lector que está esperando. Puede suceder que no. Que solo sea un bloque de papel que jamás encuentre cobijo en esa mirada, en la imaginación de un lector. No hay ninguna herejía en eso. Hacemos campañas de lecturas, de promoción de la lectura. Pero no decimos que no está mal abandonar un libro cuando deja de interesarnos o saltearse páginas o ejercer todos los derechos del lector que enumeró Daniel Pennac hace años.
   

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