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Mostrando entradas de noviembre, 2016

ni en tus peores pesadillas

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Algunas historias se repiten, a veces utilizando las mismas palabras, casi como un rezo que uno aprende de memoria. Otras, la historia es la misma pero las palabras cambian. Ya no es la misma historia. Las palabras crean magia al mezclarse unas con otras. Magia y música. La buena literatura requiere ser leída en voz alta y ser compartida. Cuando un libro nos gusta, queremos que también les guste a las personas que nos rodean. Queremos gritárselo al mundo. Que no pase desapercibido. Y lo cargamos en la cartera junto a otros innecesarios objetos preciados. ¿Innecesarios? ¿Es necesaria la literatura? La respuesta obvia es ¡sí! Con signos de exclamación. Sin embargo, ¿qué haría necesario eso que debemos identificar y definir y justificar ante los ojos inexpertos y salvaguardar de desprevenidos y malintencionados? Porque ¿qué lector no ha dicho alguna vez “eso no es literatura”, o “esto sí es literatura”? el gusto influye y las competencias. Mientras más se sabe, más se disfruta.

Ildiko y yo

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A Ildiko es a la que le pasan las cosas. Yo cruzo los puentes de San Salvador de Jujuy distraída en el hilito de agua de uno de los ríos, o en las piedras blancas que los adolescentes utilizan para declarar su amor. De Ildiko tengo noticias por los portales de internet, me llegan noticias de su glamour y encantos. A mí me gusta desayunar sola en un puesto callejero y a las apuradas. E lla, en cambio, goza de los placeres de confiterías y hoteles en las ciudades a las que va como invitada de honor. Me gustan las minucias, acaso, encerrarme en un libro para viajar por otras psicologías. Ella es el centro de su universo y ríe encantando a todos. Ildiko y yo casi nunca nos encontramos. Somos diferentes. Yo soy simple y ella, excéntrica. Odio las cámaras y ella las busca. Yo pierdo todo y ella escribe que todo lo pierde. Ninguna tiene rencores o memoria. Y, como Borges, todos dudamos acerca de quién es el que verdaderamente escribe.