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Mostrando entradas de 2022

Odios

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Así como Isabel Allende se enorgullece de su odio hacia las remolachas, me enorgullezco de mi odio hacia los gerundios, las abreviaturas (arbitrarias) y el subordinante "el cual'. Odio, también, a los policías de la lengua (especialmente a aquellos americanos que defienden "su" idioma invocando a la Real Academia Española) y esa expresión como de superioridad al hablar de la lengua y sus usos. Señores y Señoras de pomposa gramática que desconocen que la lengua es algo vivo y en movimiento. Militantes y fumdamemtalistas de una causa no del todo apehendida.  Odio las letras ilegibles. El exceso de adjetivos. Las palabras mutiladas al estilo Marcelo Bonelli cuando dice "parcipar" en vez de "participar". Los etcétera. Los saludos con afectuosa delicadeza. La palabra nunca y también la imposible. La muletilla "nada". El síndrome de Humpty Dumpty.  Odio los discursos apagados,. Las miradas lascivas de desconocidos y sus palabras como balas o c

El poder de las primeras veces

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Meik Wiking estudia la felicidad. A los 40 años, como un águila que está a punto de cambiar sus garras y comenzar (o no) una nueva vida, se planteó por su propia felicidad (algo que venía estudiando hacía mucho tiempo) y fue padre. Para hablar de su propia felicidad, les pidió a personas alrededor del mundo que le contaran su(s) felicidad(es). Y descubrió que la felicidad no solo está en las pequeñas cosas, en algo cotidiano trasformado en extraordinario, sino en la memoria. El recuerdo de haber sido feliz (sin darse cuenta, sin proponérselo) hace felices a quienes recuerdan. Pienso en mi padre, Casio, al que habían diagnosticado con Alzheimer. Había perdido la memoria, pero no las emociones. Recordaba el amor que sentía por algunas personas. No sabía mi nombre, pero sí que me amaba. Y me lo hizo saber. Con ese recuerdo, mi cuerpo reacciona: lágrimas, un dolor en el timo, temblor en las manos… Ser autorreferencial es inevitable. Escribo para encontrar el sentido de esos pensamiento

Cosas que me dan vergüenza (ajena)

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  Foto de un mural de Banksy  ·           Algunos discursos ·         Hombres que se disfrazan de mujer para crear un efecto jocoso ·         Mujeres militantes de las causas feministas que eligen trabajan (y promover) a machirulos ·         Mujeres tan machistas que dan pudor ·         Mujeres que se deforman con cirugías estéticas y borran sus marcas particulares ·         La justificación de las Violencias con lugares comunes que saben a bosta. Si la oliste, sabés cuál es su sabor, no hace falta llenarse la boca. ·         Personas que destruyen todo lo que tocan, que quiere   borrar las identidades y peculiaridades de lo creado por otros ·         Las mujeres que, de tan parecidas y uniformes, han perdido su unicidad ·         El chismorreo y la banalidad ·         La ubicuidad de los medios digitales ·         Algunas imágenes y costumbres, que borran el pasado y no miran al futuro. ·         Los caníbales de su propia cultura ·         Alguien se acerc

Calambre

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Hola, campeón

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    1. Gustavo tiene 10 años, los ojos negros, negros, como los de su abuela y la piel de color marrón oscuro, como la de los cerros de Purmamarca, como dice su papá. Es un chico como cualquier otro, salvo porque tiene esclerosis múltiple y se mueve en una silla de ruedas. A veces se olvida de las cosas o las palabras no le salen. Pero lo que más le duele es no poder jugar a las cuatro esquinas en el recreo con sus compañeros. Gustavo quiere volver a correr y a jugar como los demás.   Le pidió a su mamá que le compre zapatillas nuevas y ella lo miró con pena. - ¿Para qué querés zapatillas nuevas vos? -, le preguntó. Y él no supo qué responderle. En cambio, dijo: - Cuando salgamos del médico, vamos a tomar un helado. Le gustan los helados. El de uva es su favorito.   2. Gustavo sueña con una vida distinta, sin la silla de ruedas, sin los dolores. Se ríe de eso. Una vez se cayó porque el piso de la escuela no es lisito como una rampa, sino que es de lajas desparej

Dos antologías de microficción

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 Hoy en mi columna de El Matutino recomendé dos antologías recientes de  microficción. Quiere el destino que estos libros encuentren lugar en mi biblioteca. Quiere la vida que la microficción sea el género de mayor relevancia entre los lectores en la época en la que todavía soy joven y lectora.  Una antología es un libro en el que se reúnen, con distintos propósitos, varios autores. Hoy les traigo estas antologías, que se han construido de manera diferente, pero con un objetivo común: difundir y engalanar la micro. 1. HOMERO EN MICRONESIA, es una compilación de 28 autores latinoamericanos convocados por Sisinia Anze para homenajear al escritor boliviano Homero Carvalho Oliva. 28 escritores. 12 varones. 16 mujeres. 1 de Nicaragua, 3 de Chile, 11 de Bolivia, 8 de Argentina, 2 de Perú, 2 de México y 1 de Venezuela. Más allá de los números, es un libro que prueba que no hay excusas para leer y, a través de códigos QR, nos lleva fuera del libro a indaga en la vida y obra de sus autores. Una

Caída

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 Caés y, en la caída, pensás en que ojalá no hayas dejado el gas abierto o una vela encendida. No pensás ni en el dolor ni en el hielo de las calles parisinas en enero. Te preocupa el bienestar dentro de tu hogar. Caés y no te podés levantar. El cuerpo no responde con la premura de cuando tenías 40 años. Pedís ayuda y nadie responde.  -Excuse moi, madame-, susurrás porque el dolor es una punzada aguda en todo el cuerpo.  -S'il vous plait-, pedís. Pero todos corren encerrados en sus celulares o en sus pensamientos . No se detienen a mirar al hombre caído en la calle. No les interesa la vulnerabilidad del otro, porque les muestra su propia debilidad. No mirar para no flaquear. Te contás historias a vos mismo, como cuando te enfermabas de niño. Historias felices que te ayuden a no pensar. En el frío. En el dolor.  Recordás las manos de tu madre ajustando el cuello del abrigo, la bufanda.  Recordás a otras mujeres amadas. El calor de su cariño.  Pero nada te brinda consuelo en tu pesar

J.M. Coetzee

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¿Por qué leer a Coetzee? ·         Por su veneración a los grandes escritores de la historia de la literatura. Ha escrito por lo menos dos novelas “homenaje": 1.        Foe, una reversión del náufrago Robinson Crusoe 2.        El maestro de San Petersburgo, un homenaje a Dostoievski ·         Por su relato crudo y sin concesiones de la vida en África ·         Por su lucha, a través de la descripción ficcional y de los ensayos, contra el Apartheid ·         Por su formación en Matemática y en Filología inglesa que se ponen de manifiesto en la cosmovisión y estructuración de sus textos ·         Por el modo en el que desarrolla la autoficción utilizando no la primera persona, sino la tercera, que le permite alejarse, juzgar y jugar con sus memorias ·         Por haber creado un alter ego femenino, Elizabeth Costello, una intelectual que, en su vejez, se aleja de todo y se retira a un pueblo australiano y cuida de animales y desgraciados. Y el paralelismo con su propia vid

Lecturas y relecturas

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  Hay lecturas que son como un buen taco. O como los tamales que vende el chico de la esquina de mi casa: te remiten a un lugar al que querés volver, como el beso del amado o las comidas de los domingos en la casa de Río Blanco. Rituales que, aunque repetidos, se renuevan cada vez y que querés compartir. Llevás a tus amigos hasta ese lugar preciado y repetís el ritual: los mismos tacos, los mismos tamales y esos sabores siempre diferentes hablan de tu presente y de tu pasado. De quién sos. De dónde venís. Y de los placeres cotidianos extraordinarios (como el bordado). Hay comidas (y lecturas) que pasan sin pena ni gloria y que ni las recordás. Nada. Ni una huella. Ningún deseo de volver. Ordenando la biblioteca, que es como ordenar la vida y una nunca sabe cómo hacerlo: por colores, por tamaños, por autores, por editoriales y después de unos días, ellos van recorriendo distintos lugares y ubicándose donde quieren. En este empeño, me reencontré con este libro de Luis Bernardo Pé