Una sola mujer puede cambiar el mundo

Carmen Balcells, la mujer que gestó el Boom Latinoamericano, representó, entre otros, a dos escritores imprescindibles que fallecieron en enero: Osvaldo Soriano y John Berger

ildiko nassr

Quiero hablarles de dos escritores que fallecieron en enero. Uno en 1997 y el otro, en 2017. Escritores que hoy, muchos años después, podemos leer y disfrutar sin impedimentos y su obra es actual y tajante.
Osvaldo Soriano  (1943–1997) y John Berger (1926-2017).
¿Qué tienen en común estos dos escritores además de la tarea evidente de la escritura? Ambos fueron representados por Carmen Balcells (1930–2015), la mujer que gestó el boom latinoamericano, la mujer que revolucionó el mundo de la literatura en el siglo XX. Se conoce con el nombre de boom al fenómeno editorial que dio a conocer a escritores latinoamericanos en Europa, promoviendo el movimiento literario llamado Realismo Mágico, cuyos referentes más notorio son Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Isabel Allende y muchos más.
Su aporte fue vital para encauzar las carreras de estos escritores que fueron tocados por su varita mágica y su obra se logró conocer en el mundo. Fue el gran motor hacia la profesionalización de los escritores hispanoamericanos.
¿Qué hace que un escritor se convierta en un gran escritor? Sí, e talento, el trabajo, el manejo del lenguaje, la visión particular del mundo… pero si la obra de ese escritor no se conoce, ¿cómo se puede afirmar que es un gran escritor?
Carmen Balcells catapultó a la fama con la difusión mundial de su obra a más de trescientos escritores. Cambió las relaciones de poder en la literatura y fue la pieza clave, que inventó el llamado Boom Latinoamericano. Desde su Agencia literaria en Barcelona amparó a los autores, los mimó, los defendió como nadie antes los había defendido y luchó con éxito por sus derechos ante las editoriales. Prueba de su éxito es que 6 escritores de su agencia han recogido el premio Nobel de Literatura.

Osvaldo Soriano

Amaba los gatos, esos animales enigmáticos aparecen –de una u otra forma- en cada uno de sus libros.
Amaba el fútbol. Era un ferviente hincha de San Lorenzo. Fue precursor en la escritura de cuentos sobre fútbol. Hace unos años, se distribuyeron gratuitamente sus libros en las canchas del país. Llevó la literatura a lugares impensados. Fue un irreverente. Empezás a leer uno de sus libros y no lo podés dejar. Se leen de un tirón.
Como nadie, cronicó la década de 1990 en Argentina. Sus colaboraciones en el original Página/12 son memorables. Más allá de coincidir (o no) ideológicamente, escribe de una manera brillante y envuelve al lector en su atmósfera cargada de ironía y sarcasmo.
Tuvo mayor reconocimiento en el exterior que en Argentina. Fue íntimo amigo de Gabriel García Márquez y escribió siempre, como periodista y como escritor. El periodista alimenta al escritor desde la rutina de trabajo y la presión del tiempo para escribir sobre la actualidad. Tanto su labor periodística como la ficcional fueron impecables.

John Berger

Le gustaba viajar en moto, con su esposa Beverly abrazándolo. También disfrutaba de verla cuidar las plantas de su jardín en el sur de Francia. A los 16 años se escapó de casa para estudiar Artes. Fue pintor, crítico de arte, curador y luego, escritor. Nunca el abandonó el amor por la pintura. Le gustaban las fotos que publicaban en el diario, las recortaba y las pegaba en su estudio.
También ejerció su oficio a través de la crónica. Por ejemplo, en su libro Fotocopias, intenta recrear episodios de la realidad en sus textos, como si fuesen fotocopias de la realidad.
Berger fue también, al decir de Marcos Mayer, permanente corresponsal electrónico del subcomandante Marcos, a quien toma como personaje de una de sus novelas.
Estuvo atravesado por la guerra, tal como describe en este poema autobiográfico:
                                               Nací con la mirada de los muertos
                                               envuelto en gas mostaza
                                               alimentado en una trinchera
En su escritura, aparece una transmisión de experiencias que trascienden la mera comunicación o información. Leer a Berger es adentrarse en la condición humana, con una sabiduría que nos hace mirar (mirar-nos) y pensar (pensar-nos)[1].

Berger y Soriano

Berger nos enseñó a mirar, igual que Soriano. Sí, el objeto de la mirada era diferente. Artístico para John; político para Osvaldo.
Llegamos a sus obras gracias al sueño que alguna vez tuvo esa mujer gestora de un fenómeno editorial que hoy se estudia en los colegios. Que vivan las mujeres como la Carmen Balcells.

Buena vida y buenas lecturas









[1] En futuras columnas, seguiremos con la mirada de la obra de este autor tan rico.

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