Elogio de lo pequeño

Existe en mí una fascinación por lo pequeño: las libélulas, mi hijita recién nacida, sus manitos, sus pies perfectos; los guantes de mi abuela, las cajitas, la caligrafía japonesa, los anotadores minúsculos, los lápices, las pestañas que caen en la piletita del baño, los vasos de licor, las tazas de café, las cucharillas de plata...


Escribo microficción para asirme a estos objetos y a pequeños momentos. Reales o ficcionales.



Los escritores de microficción concuerdan en esto: escribir es animarse a ser niños, a jugar con el poder mágico de las palabras y construir con ellas encantadoras invitaciones a los lectores.


Los teóricos concuerdan en el término microficción para uso general. Este término tiene la flexibilidad suficiente para arropar formas de lo muy breve escrito en prosa (y en verso). La microficción tiene en sí una cierta familiaridad con el gesto poético.


La microficción recupera la memoria colectiva de la humanidad.


Brevedad como fragmentación. Fragmentación, el mal de nuestros tiempos. Gracias, Barthes.


Un relámpago dura menos de un segundo, pero puede enceguecer, puede producir una impresión que dure toda la vida. Puede incluso llenar de luz la noche más sombría y puede, igual que la palabra, resonar mucho después de haberse perdido de vista. (Armando José Sequera)


La microficción, como el relámpago, es breve, intensa y concisa. Breve porque su acción transcurre ante nuestros ojos en segundos. Intensa porque conjuga brevedad, belleza y energía. Concisa porque para desarrollarse apenas requiere de un minúsculo espacio, esto es, pocas líneas o palabras. (Armando José Sequera)


Escribir microficción es casi como nadar entre pirañas: uno quiere escapar lo más rápido posible de allí, pero el recuerdo nos persigue hasta el fin. La respiración se acelera y el cuerpo se vuelve pequeño: nos damos cuenta de nuestra propia mortalidad. Sin embargo, salir del agua es de lo más difícil y las imágenes quedan flotando en nuestra memoria, aguijoneando la aparente paz cotidiana. El placer de la adrenalina. Vértigo. Resplandor.



Es como entrar en un jean ajustado y sentirse cómoda. Rara sensación de placer.


Estos son textos puestos en la frontera y posibilitan el contrabando de sentido, de género, de propiedad: no sólo lo favorecen, sino que lo suponen.


El escritor de microficciones crea asociaciones ilícitas, vive en constante equilibrio. Criminal y acróbata. Extraordinario animal en movimiento.


“Creo que ser escritor es fijarse en lo pequeño, en lo ínfimo, en el pliegue de una tela, en el borde de las aceras, en lo que pasa desapercibido para el común de los mortales”. (María Tena)


“Escribimos microficción porque queremos atrapar esa idea volandera que ahora está ahí pero tiende a escaparse y que, si nos demoramos mucho, acabará yéndose con otro como una amante infiel”. (María Tena)


Encontrar la palabra justa. El sustantivo perfecto que esconda en sí mismo toda la luminosidad de aquello que se quiere contar en muy pocas palabras. Esbozar apenas la punta del iceberg. Dar el knock-out al adversario en el primer minuto de la pelea. Iluminar el territorio desconocido con un relámpago. Contemplar lo que nos rodea con la precisión matemática (de los japoneses).


La finalidad es sorprender. Habita una cierta tendencia al final sorprendente; construido con el humor, como herramienta clave.


Hacer cotidiano un placer es acostumbrarse a zapatos nuevos. Cuesta un poco al principio.


La elección de un placer se relaciona con la elección de ser feliz.


Borges, un microrrelatista que promete, amalgama mis fragmentos, me dice: Creo que la frase “lectura obligatoria” es un contrasentido; la lectura no debe ser obligatoria ¿Debemos hablar de placer obligatorio? ¿Por qué? El placer no es obligatorio, el placer es algo buscado. ¡Felicidad obligatoria! La felicidad también la buscamos. (...) La lectura debe ser una de las formas de la felicidad, de modo que yo aconsejaría a esos posibles lectores de mi testamento –que no pienso escribir- que leyeran mucho, que no se dejaran asustar por la reputación de los autores, que sigan buscando una felicidad personal, un goce personal. Es el único modo de leer.


Ildiko Nassr
Culturarte. San Salvador de Jujuy, 03 de diciembre de 2007

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