A medias


versión libre sobre un texto de David Slodky


Desde el único rincón iluminado de la casa, el hombre construye minuciosos castillos (no de arena, sino de palabras).

Le ha pedido a la mujer que ya no use esos zapatos ruidosos y ella camina sigilosa acarreando lo necesario para complacerlo: bebidas, cigarros, hojas, lapiceras…

-Es un buen hombre, después de todo-, se consuela la mujer descalza-. Algún día mi amor lo hará cambiar.

El hombre pasa días y noches planificando y ordenando su pequeño mundo luminoso en la casa oscura.

No mira a la mujer ni duerme con ella. Pero sabe de su amor. Eso lo hace sentir seguro. Ya la compensará cuando termine su obra maestra.

La vida oscila entre la rutina y el silencio durante un tiempo que no podemos contar ni entender.

Una tarde el corazón del hombre dice basta. La mujer no avisa a nadie. Son tan pocos los amigos y ya ningún pariente los visita. Saca a su hombre del rincón y lo lleva a la cama a dormir juntos, creyendo que su deseo se hizo realidad, a medias.

Comentarios

Mei Morán ha dicho que…
Los deseos casi siempre se cumplen a medias porque para eso son deseos...
El micro tiene la fuerza de lo vivido.
Un saludo

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