Cosas deprimentes

Una postal llega desde Miskolc con saludos del tipo edes ildiko
Una carta desde el oriente de mis ancestros nos avisa que la familia está siendo devastada por guerras y pestes

Una extraña me mira desde el otro lado del espejo. Yo no soy Alicia y esa mujer avejentada y canosa no se parece en nada a la que fui: se ha dejado llevar por la deriva hacia el abandono y la tristeza.

Un mendigo hediendo a vino en mis palabras. Un bulto del mismo tamaño de su cabeza le crece en la caminata hacia una plaza atestada de manifestantes que piden dignidad en carpas de estreno, saboreando pollo hervido con papas, sopa y postre por ocho pesos en el calor hirviente de diciembre.

El silencio de una pareja en el viaje de regreso de una fiesta.
Una habitación de parto cuando ha muerto el bebé.
Un maestro que odia a sus alumnos. Las fiestas de fin de año. El día después de un feriado en mitad de la semana. Una persona a quien no le pagan por su trabajo.
Las manos de quienes piden comida en la calle. Sus pies descalzos. La desazón de quienes piden refugio.

Las llamadas que nunca llegan
Las promesas sin cumplir
Los niños de la guerra

nos convertimos en profesionales de la espera
contamos palomas autos días bombardeos
una vida se filtra por las aguas
de algunas cuestiones de optimismo

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